domingo, 1 de mayo de 2011

Cuando vienes cargando hace rato con algo que no quieres ver, pero sabes que está ahí, porque pesa y te hace caminar más lento, detenerte, cansarte. Siempre, las veces que ha sucedido esto, debo haberme sentido igual. De a poco las ideas van fluyendo desde el saco que me pesa y dibujan más claro el paisaje. Ir sacando aquellas cosas que pensando, no iban a molestar, fui tirando en mi saco, para que ya no pese más. Aceptar que me di cuenta que lo que yo buscaba eran otras cosas y no negarme por el recuerdo de lo que murió. Cada vez mi saco pesa menos. No es tan difícil ser libre de las cosas cuando se ha dejado todo lo demás en el camino y lo único que te detiene, lo único que vas arrastrando fue lo más innecesario, lo menos importante.
Volver a lo real, a lo que te hace feliz, volver a caminar sin el peso, como en el principio del camino.

lunes, 25 de abril de 2011

Amor

En un sillón azul marino estabai sentado, hablando de muchas cosas, comiendo maní, tomando algo. Te vi en mi sueño.
Hola... te extraño, desde siempre que te fuiste lejos lejos, lejos cerca y lejos lejos otra vez. Somos como los niños que juegan y no saben a qué. Todo es ruido y color, un temporal agradable o el placer que te dan los movimientos bruscos de las olas. Cómo saberse vivo y también muerto para el otro lado de una pantalla, una paradoja constante. La otra vida, las otras de los otros.
Ojala me atreviera a terminar con todo y borrar estos colores cada vez más oscuros, volverme al blanco de nuevo, tan blanco, blanco como nunca antes... y quedarme, como siempre, esperando, pero no desesperada, contenta de saber que también al otro lado de la pantalla me esperan, me han esperado y me esperarán. Saber que hay que cruzar el puente, pero esperar, conversar, vivir un poco, para después hacerlo contigo.

viernes, 3 de diciembre de 2010

Esto es para ti, José.

Digo que me estoy haciendo daño y no paro... Envidio tantas cosas del ser doblemente uno. Si no estas conforme por qué sigues. Guardo la ilusión de que lo mío será mío. Y quién te dijo a ti eso. Nadie, nadie me ha dicho nunca nada. Tengo la duda de si esto ha pasado antes. Sí... pero no era así, no sé como explicar, estoy sufriendo. Sufrir es una opción. Pero yo no estoy eligiendo. Entonces, qué pasa. Todo está fuera de mi control... siempre que llego a este punto cada cosa me parece mal; lloro... y no quiero llorar. Y por qué no cambias eso. Porque no puedo, no sé como hacerlo. Yo sé la respuesta: Seguir. Se supone que eso estoy haciendo. Pero no hay resultados ¿o acaso los ves?. Hablar ya no tiene sentido, al final me cago a mi, sigo yo sintiéndome más sólo y culpable que antes de abrir la boca. Entonces callar es la solución. No lo sé... eso intento y, como ves, sufro. Proponte un límite y cumple. Eso es casi imposible. No te traiciones, prométete. Sí. José, tu línea.

viernes, 12 de noviembre de 2010

Sed non satiata./


El calor de la tarde se mezcla con la demora de la luz titilante que cambiaría todo. Y así van pasando los minutos transformándose en horas, mientras, yo sigo en la ilusión de lo que no va a pasar. Pesa en el estómago la espera, el pecho se aprieta y todo se hace nada. Un huracán furioso que ataca mi explanada y deja mi casa repleta de nubes olvidadas. Un llanto silencioso que mi corazón canta con la voz que piensa sólo tú vas a escuchar... porque aún no lo admite. Entonces me acuerdo que la luz no va a llegar, que te perdiste lejos de mi, que me dejaste acá y fuiste a ese viaje sin invitar... Que si te quiero ver debo llegar allá donde tu estás.
En este momento, que ya es de noche y las horas se han hecho días, intento darme las fuerzas que antes en vano me dio alguien más... y te digo, en pensamientos, que me esperes allá, que ya queda poco, que ya voy a dejar de respirar y que estaré contigo en ese lugar.


La gente puede morir y, a veces, seguir viva. Por eso estoy de luto.

martes, 5 de enero de 2010

La micro.

Por última vez hace conmigo este recorrido.

Estamos bajando las escaleras, está oscuro porque las ampolletas están rotas, quemadas y el conserje no ha hecho nada por cambiarlas. Te estoy contando que la tía siempre dice lo mismo cuando llega de la pega. Llegamos a la plaza central y te digo 'aquí sigues tú, yo te sigo para ver si ya te aprendiste el camino'. Me miras riendo, dices que todas las salidas son iguales y yo por dentro sonrío de tu poco sentido de la orientación, de tu maldita manía por demostrar que eres un bebe. Pasan unos segundos en que solo me miras sonriendo confundido... finalmente te tomo la mano con una carcajada y te advierto que para la próxima lo harás tú (aunque ya sabemos que no hay próxima).
Salimos a la lluvia, hace frío, me abrazas y susurras los quejidos de siempre: odias que vivamos tan lejos, quieres estar ahora ya en la casa, la micro estará llena, no quieres irte de pie.
Pasamos cerca de un local de pollos y me aprietas la mano. Te miro risueña, chocha... porque yo ya sé que es lo que quieres. Compramos papas fritas y esperamos la micro.
Allí la gente se amontona para protegerse de la lluvia y tú me abrazas para protegerte del frío.
La micro para. Permiso, gracias. Tomados de la mano hasta que, a mitad del camino, se bajan varias personas y nos escabullimos en el mar de gente para agarrar dos asientos. Ahora viene el silencio que induce el ruido del motor, las casas y las luces de los autos que se mueven veloces por la ventana de la micro. El paisaje se consume y es igual que siempre. Estamos bajo el sopor que produce el calor de tantos cuerpos en ese espacio compartido. Cuando estamos acurrucados más por cansancio que por amor, cuando ya los cuerpos parecen dos piezas encajadas... debemos salir otra vez al frío.
Es el momento porque, aunque elegimos el camino más largo, la despedida siempre llega.
Nos besamos bajo el paradero. Me abrazas fuerte y yo abrazo fuerte la mochila. Yo tomo mi micro y tu la tuya. Se acaba el viaje juntos, se acaba lo que parecía, pero no era, maravilla.

Símil de como están ahora nuestras vidas. Cada uno en un recorrido diferente, un recorrido que ha durado 5 meses...

viernes, 18 de diciembre de 2009

Que se joda el viento

Ponte el moño apretao, sirena, que se joda el viento
Rompe las horquillas de espuma,
Y déjame que te remache sonrisas de hierro
De ésas que disipan las brumas,
Y sé que entre los males nos lloverán cristales,
Yo iré descalzo y tú desnuda,
Al son del amor del ronco tambor que toque la luna.

Vamos a trepar a la copa de este sol de enero,
Y a hacer un nido en su ramaje,
Y allí reírnos viendo como a cada minutero
Se lo devora el oleaje,
Que cuando entre mis brazos resuenen cañonazos
Yo iré perdido entre tus dunas
dejándolo todo, quemando los tronos donde reinen dudas.

Y báñate en mis ojos, que se joda el mar
Que quiera mecerte a su antojo,
Si no somos nadie a nadie va a encontrar,
Y si a las heridas quiere echarles sal
Sólo va a encontrarse cerrojos
Y las cicatrices de la soledad.

Coge resina para untarnos poco a poco el cuerpo,
Por si vuelve la ventolera,
Y mientras tanto, entre los huecos que nos deje el tiempo,
Deja volar tu cabellera,
Que si a nuestra locura vuelven nubes oscuras
Nos cogerán frente con frente y codo con codo,
Cada vez más solos, rodeados de gente.

Y báñate en mis ojos, que se joda el mar
Que quiera mecerte a su antojo,
Si no somos nadie a nadie va a encontrar,
Y si a las heridas quiere echarles sal
Sólo va a encontrarse cerrojos
Y las cicatrices de la soledad.

martes, 1 de diciembre de 2009

Ojo final

He escuchado tantas versiones de una historia que, finalmente, sólo yo supe vivir. No me percaté del sinsentido de pasar tanto tiempo pintando las cosas que ya tenían color. Me equivoqué y, obvio, hoy día veo todo mucho más claro. Esta posición que tengo ahora, desde fuera, me permite verte a ti y a mi actuando sin pensar. El tiempo ya fue. Como dice la Lucerito 'ya no, tu hora pasó', claro que la hora que pasó fue la mía. Y no creas que me arrepiento, que haré algo, que cagaré nuevamente tu vida... solo lamento el lugar que hoy no tengo en ti y el lugar de donde tengo que sacarte. Disculpa el dolor, los malos ratos, las mentiras y toda la mierda que -creéme- sin querer te dejé. Ojala sea todo mejor ahora que ya no estoy allá contigo.